Por ejemplo, en lugar de una cinta, utiliza cordel o cuerda compostable con un recorte (una ramita, un recorte de eucalipto o de un abeto) metido dentro. Es un aspecto rústico que aguantará incluso si envuelves las cosas con mucha antelación. También puedes colocar algo menos resistente, como flores o bayas, justo antes de repartir los regalos.
No olvides la cinta adhesiva
Lo último que quieres es hacer todos estos ajustes y estropearlo utilizando cinta adhesiva de plástico estándar que no se puede reciclar. Sellotape ofrece ahora una versión sin plástico de su famosa cinta, 100% vegetal y totalmente compostable. Otra opción es utilizar cinta de papel, como la ‘washi tape’. A menudo se presentan con bonitos dibujos, que también pueden ayudar a decorar el papel de estraza.
Envía menos tarjetas o digitalízalas
Si tu familia es muy aficionada a las tarjetas navideñas, puede ser un hábito difícil de abandonar, pero en EE UU se venden unos 2,650 millones de tarjetas navideñas al año, y enviar una menos ahorraría 50,000 yardas cúbicas (más de 38,000 metros cúbicos) de papel, según la Universidad de Stanford.
Además, hoy en día existen fantásticas opciones digitales que pueden enviarse a amigos y familiares por correo electrónico, eliminando por completo los residuos, y que pueden enviarse en el último minuto, cuando ya es demasiado tarde para mandar nada por correo. Haz un esfuerzo adicional y habla con antelación con tus seres queridos sobre la posibilidad de que todos os pasen a la vía digital para conseguir un mayor beneficio medioambiental.
Si no quieres alterar la tradición familiar, elige las tarjetas con el mismo cuidado que el papel de regalo. Evita el papel de aluminio, y busca tarjetas etiquetadas como reciclables. Mejor aún: busca también las que se hayan fabricado con materiales reciclados postconsumo. Incluso puedes comprar tarjetas con semillas que se pueden plantar.
Por supuesto, solo tienes control sobre las tarjetas que envías. Si recibes algunas tarjetas que no son reciclables, plantéate conservarlas y cortarlas para reutilizar las partes con símbolos navideños como etiquetas de regalo para el año que viene.
Elige un árbol de Navidad de verdad, si tienes uno
Puede parecer contradictorio, pero aunque los árboles de verdad solo se usan una vez antes de tirarlos, generan menos residuos que los artificiales. Esto se debe a que un árbol de verdad se puede reciclar completamente si se desecha correctamente, y se puede utilizar para cosas como leña, virutas de madera o composta.
Los árboles falsos, en cambio, están hechos de materiales que no se pueden reciclar y solo van a parar a los vertederos cuando se les acaba el tiempo de repartir alegría navideña. Carbon Trust calcula que tendrías que reutilizar un árbol artificial entre siete y 20 veces (dependiendo del tamaño) para compensar la huella de carbono generada por su fabricación, embalaje y envío. Cuando compres el árbol de verdad (si aún no lo has hecho), asegúrate de que crece en la zona, que es la opción más sostenible, ya que no hay que transportarlo tan lejos.
Decóralo tú mismo
A la hora de decorar el árbol y la casa, se aplican las mismas reglas. El plástico y el papel de aluminio están prohibidos, y la creatividad es la mejor manera de reducir los residuos. Si quieres ideas geniales para hacer en casa, te remito a YouTube, que está repleto de tutoriales de decoración navideña: guirnaldas de papel, dreidels de papel colgantes, adornos de masa de sal, una kinara de Kwanzaa y un largo etcétera. Puede que estos adornos no aguanten el paso del tiempo almacenados, pero serán completamente reciclables y compostables cuando acaben las fiestas, lo que significa que puedes cambiar conscientemente de color cada año.
Minimiza el gasto energético
Las luces parpadeantes forman parte de la imagen perfecta de las fiestas que muchos imaginamos cuando pensamos en ellas. La NASA ha observado incluso que algunas partes de la Tierra son hasta un 50% más brillantes entre Acción de Gracias y Año Nuevo debido a nuestros hábitos de iluminación navideña.
La realidad es que esas luces tan bonitas no lo son tanto. Solamente en Estados Unidos, la energía utilizada por las luces navideñas suma unos 6,600 millones de kilovatios hora, suficientes para alimentar 14 millones de refrigeradores y más que el consumo anual de electricidad de países en desarrollo como El Salvador y Nepal.