Incluso en medio de una supuesta recesión de los artículos de lujo, hay algunas empresas que, como su demanda… tal como sus precios, permanecen en máximos históricos.
Recientemente, la casa de subastas Sotheby’s destacó que el costo de una bolsa Chanel Classic Flap se había triplicado desde 2010. En 2023, la firma parisina registró ganancias de casi 20,000 millones de euros, o sea, 22,000 millones de dólares.
Las subidas de precios de entre el 6 y el 8% dos veces al año se han convertido en la norma para los relojeros suizos, las casas de alta costura y las grandes marcas de diseño; y los productos más caros acaparan cada vez más mercado. En abril, las exportaciones de relojes suizos aumentaron 4.3% en valor, mientras descendían en una cantidad similar en cuanto a volumen.
No es una observación nueva
Bloomberg afirma que la caída de la demanda de relojes por parte de los consumidores ha afectado sobre todo a las marcas que fabrican cronógrafos menos caros, mientras que las más vendidas, como Rolex y Patek Philippe, se han mostrado «más resistentes».
Si puedes conseguirlo, el último Rolex Deepsea de oro se vende a 54,200 dólares; hace 10 años un Deepsea costaba 12,000 dólares, y no había versión de oro. Por otro lado, el costo medio de un Rolls-Royce se duplicó con creces entre 2014 y 2022, superando la barrera de los 554,000 dólares. Aunque digas lo contrario, por supuesto que prefieres el reconocimiento más que cualquier otra cosa; todo se reduce a un fenómeno llamado «consumo conspicuo». Artículos como un reloj Richard Mille de siete cifras o un fino suéter italiano de cachemira de Brunello Cucinelli son poderosos símbolos del estatus social de una persona, y cuanto más cuestan, más gente los quiere.
De hecho, es una expresión directa de las teorías del economista estadounidense del siglo XIX, Thorstein Veblen, cuya obra de 1899: The Theory of the Leisure Class (La teoría de la clase ociosa) introdujo la idea aparentemente paradójica de esos lujos deseables, conocidos hoy simplemente como «bienes Veblen», y el comportamiento que nos lleva a darles prioridad frente a usos más sensatos de nuestro dinero. Y lo hacemos. Según la consultora Brain & Company, se prevé que el mercado del lujo alcance una valoración de 2.8 billones de dólares en 2030, frente a los 1.5 billones actuales.
¿Hasta qué punto se sostiene una teoría de antaño?
En un mundo en el que las marcas hablan ahora de «lujo asequible», ¿seguimos anhelando los artículos más caros? Ahora que las redes sociales pueden potenciar la señalización social más allá de lo que Veblen hubiera imaginado, ¿están sus teorías igualmente potenciadas? ¿Y cómo explicamos las recientes caídas del mercado del lujo?
La verdad es que las teorías de Veblen, y la forma en que se han actualizado para el mundo moderno, son más complejas que la simple equiparación de precios más altos con mayor demanda. Se trata de las decisiones que tomamos, de la sociedad en la que vivimos y de las diferentes maneras en que podemos señalar nuestro estatus social. Estamos predispuestos a presumir, pero hasta qué punto y cómo lo hacemos puede variar.
Para empezar, se trata de entender la compensación entre trabajo y tiempo libre, explica Wendy Carlin, profesora de economía del University College de Londres: «Uno trabaja para obtener ingresos que pueda gastar en bienes y servicios. A medida que la situación económica mejora, cabe esperar que la gente quiera más tiempo libre y con ello más bienes; la cuestión es cuál es el equilibrio entre uno y otro».
Te comparas
Cada sociedad toma decisiones diferentes. Carlin se refiere al clásico contraste en el equilibrio de la vida laboral y familiar en Europa y Estados Unidos: «La gente dice: ‘Oh, los europeos son muy flojos y se toman todas esas vacaciones». Carlin explica que las teorías de Veblen se aplican cuando se analiza por qué la gente trabaja más en los distintos países.
«Algunas de esas personas tienen dos trabajos para sobrevivir, pero otras tienen dos empleos porque quieren tener el teléfono más nuevo, o el automóvil último modelo, o cualquier cosa de lujo».