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La credibilidad o cómo nos estamos tirando piedras sobre nuestro propio tejado

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Compruebo con cierto estupor diferentes estudios que marcan cómo la credibilidad y la confianza de la población española es escasa. Confianza en las
informaciones que reciben. Parece que nadie se cree nada, aunque este expresión sería demasiado amplia y, por lo tanto, una generalidad difícil de
creer. Mucha agencia, mucha campaña, muchos mensajes y miles de millones de euros invertidos deben crear algo más que un «nada».

Uno de estos estudios lo desarrolla el Departamento de Investigación de Atrevia, junto a Intermón Oxfam y Maldita, quienes han realizado el
Primer Barómetro de la Desinformación. En este estudio encontramos datos como los siguientes:

  • «El 67% de los españoles está preocupado por el impacto que la desinformación tiene en su día a día».
  • «Uno de cada dos españoles (54%) siente que hay tanta desinformación en la sociedad que ya no se cree nada».
  • «El 85% de los españoles cree que existe una intención deliberada de manipularlos a través de la comunicación».
  • «Un 47% de la población española cree que las empresas generan y difunden informaciones falsas en medios y redes sociales, un 66% afirma que lo
    hacen los influencers y un 76% los partidos políticos».
  • «El 92% de los españoles siente que las redes sociales son el canal de comunicación que más y mejor les representa».

Datos que, descontextualizados, pueden dar lugar a diferentes interpretaciones libres y, posiblemente, «sesudas». Cada uno es libre de mirar a su
alrededor y visualizarse en esta información. Me gustaría dar un paso más y tratar de ver algunas de los motivos que nos llevan a ver estudios de este
tipo. Cuáles son los motivos por los que, en una sociedad más tecnológica y con un mayor acceso a la información, la credibilidad y la confianza es tan
baja.

  1. No todo vale. En la era del «Storytelling», la creación de relatos ha «enmascarado» realidades. Y digo bien, enmascarado, porque
    parece que si creamos una historia con tintes emotivos, sensibles, reales… hacemos que las cosas sean percibidas de otra manera mucho más
    positiva. Estamos enmascarando una realidad para hacerla atractiva y, por lo tanto, vender más.
  2. El cortoplacismo. Todo es para antes de ayer. Hacemos y vendemos. Comunicamos para ya sin pensar, en muchas ocasiones, ni por el
    mañana e incluso menos por el «pasadomañana». Se trabaja, muchas veces, por vender ahora y mañana ya se verá («que me quiten lo bailao»).
  3. Nuestra propia ética, olvidada y desaparecida. En una reunión me decía un cliente «¿y eso para qué? Si yo vendo es lo que importa,
    lo demás es igual». No todo vale.
  4. La penetración de las RRSS donde cada uno puede hacer y decir lo que quiera, sin filtros y muchas veces bajo el anonimato.

Considero que tenemos mucho que hacer. La credibilidad y la confianza hay que ir recuperándola en una sociedad donde ya son valores denostados. Creo
que podemos entonar un «mea culpa» general porque llegar a estas valoraciones es por la suma de muchas cosas mal hechas, por mucha gente, muchas
campañas y miles de millones de euros invertidos en vender esta falta de confianza.

¿Y si únicamente comunicamos verdades?



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