“A pesar de ser una línea pequeña, con solo dos personas atendiendo, hemos recibido más de 2,300 solicitudes. Esto demuestra tanto la magnitud del problema como la confianza que las personas depositan en nosotras. Sin embargo, no siempre es posible resolver cada caso completamente, ya que muchas de estas violencias no tienen soluciones rápidas. Nuestro objetivo es acompañar y ofrecer un espacio de escucha y apoyo, que las víctimas sepan que no están solas”, explica Gissell Santos, psicóloga social y comunicadora, especializada en trabajo comunitario con familias víctimas de feminicidio y defensa del territorio.
Desde la creación de su Línea de Apoyo (LA) en 2020, esta colectiva transfeminista ha registrado más de 2,000 solicitudes de ayuda, con un pico de 572 ataques solo en 2023.
Pandemia y violencias digitales: el detonante
El confinamiento por la COVID-19 aceleró el uso de herramientas digitales, pero también intensificó las violencias en línea. Según el informe, en 2020 se reportaron un promedio de 143 llamadas de auxilio relacionadas con violencia por hora, destacando el carácter estructural de este fenómeno.
“El 57.8% de los casos que atendemos están relacionados con plataformas de Meta, como Facebook, Instagram y WhatsApp. Facebook, en particular, se ha convertido en un espacio prolífico para las agresiones debido al volumen de datos personales que los usuarios han compartido históricamente. En TikTok, aunque hemos recibido menos reportes, hemos identificado ataques organizados masivos, lo que genera un impacto mayor por la rapidez y el alcance de la violencia”, explica Mariel.
El zoombombing, la suplantación de identidad y la difusión de contenido íntimo no consentido se volvieron estrategias comunes de ataque. «En el 68.58% de los casos, las violencias digitales se manifestaron como acoso, amenazas y difusión de contenido íntimo sin consentimiento, usado como mecanismo de coerción», detalla el informe.
“Las plataformas deben asumir su responsabilidad en la generación de espacios más seguros. Aunque algunas han implementado recursos útiles, aún falta un compromiso real para proteger los derechos de sus usuarios. Desde nuestra experiencia, la prevención y la alfabetización digital son claves. Es necesario que los usuarios conozcan herramientas de seguridad y se fortalezcan redes de apoyo”, agregan.
Cifras alarmantes y perfiles de violencia
Entre 2020 y 2023, más del 90% de las solicitudes atendidas por la LA provinieron de mujeres y disidencias. En un 37% de los casos, los agresores fueron exparejas que aprovecharon la cercanía para difundir información personal como forma de venganza.
Un caso emblemático descrito en el informe es el de Sofía, una creadora de contenido que sufrió ataques masivos tras publicar un video irónico sobre maternidad. Estos ataques incluyeron doxing y acoso organizado por seguidores de creadores influyentes. «Fue abrumador, no sabía cuándo iba a parar ni qué consecuencias tendría», comparte Sofía.
El papel de las plataformas tecnológicas
Las plataformas digitales siguen siendo espacios inseguros para muchas mujeres. META, propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp, concentró el 57.8% de los ataques registrados. Aunque algunas iniciativas, como «Stop NCII» (No Consent Image Abuse), han sido útiles, son insuficientes. «Los sesgos algorítmicos y la falta de respuesta pronta siguen dejando a las usuarias vulnerables», critica el informe.
“Nuestra utopía es que la Línea de Apoyo no sea necesaria. Imaginamos un Internet donde podamos habitar desde el placer y la seguridad, un espacio donde se respeten la diversidad y la autonomía de todas las personas», dice Mariel. “El Internet tiene un potencial maravilloso para el acceso al conocimiento y la conexión entre personas. Nuestra labor es abonar a que este espacio sea más inclusivo y menos hostil, promoviendo reflexiones que transformen las dinámicas actuales”, explica Gisell Santos.
Acompañamiento transfeminista: una respuesta urgente
La Línea de Apoyo se distingue por su enfoque transfeminista. Más allá de los auxilios psicológicos y técnicos, busca construir espacios de confianza y desactivar la culpa. «Reconocemos la agencia de las personas que nos contactan; ellas son expertas en sus vidas», explican las autoras.
El acompañamiento incluye asesoramiento legal, protección en plataformas digitales y contención emocional. Sin embargo, las limitaciones persisten. «No podemos resolver un problema estructural desde una colectiva; necesitamos políticas públicas y plataformas más responsables», enfatizan.
Hacia una Internet feminista
El informe de Luchadoras no solo expone las dimensiones del problema, sino que también aboga por una Internet feminista como solución. Reconocen que «lo digital es real», y las violencias que ocurren en línea tienen impactos tangibles en la vida de las personas.
El llamado es claro: la lucha por una Internet libre de violencia debe ser colectiva, interseccional y con enfoque transfeminista, un desafío que trasciende el ámbito digital y toca las raíces de nuestras estructuras sociales.