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Por qué el «made in USA» de Trump podría desbocar la inflación

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La controvertida política de aranceles de Donald Trump se traducirá probablemente en un notable aumento de los precios que el consumidor paga por las marcas allende los mares.

Donald Trump se ha mudado aún la Casa Blanca, pero antes de tomar posesión como nuevo presidente de Estados Unidos su temida y punitiva política de aranceles está ya consiguiendo meter el miedo en el cuerpo a las empresas que operan en suelo estadounidense. La marca neoyorkina de zapatos Steve Madden ha anunciado ya, por ejemplo, que mermará ostensiblemente su producción en China para regatear los aranceles de Trump.

La firma zapatera tiene intención de reducir del 70% al 40% la proporción de importaciones procedentes de China. Así lo anunció Edward Rosenfeld, CEO de Steve Madden, apenas dos días después de la victoria del candidato republicano en las urnas.

Sin embargo, lo cierto que Steve Madden no prevé llevar la producción de sus zapatos a Estados Unidos, tal y como pretende Trump con su controvertida política arancelaria, sino que trasladará la fabricación de sus productos a países como Camboya, Vietnam, México y Brasil.

En muchas empresas estadounidenses se están activando actualmente planes de contingencia para hacer frente a los nuevos aranceles de Trump, que tendrán previsiblemente un impacto de primerísimo orden en su facturación. Es, por ejemplo, el caso de la marca de calzado masculino Deer Stags, que llevada por el pánico ante la próxima llegada de Trump a la Casa Blanca, ha solicitado miles de pares de zapatos extra a sus proveedores chinos para aprovechar al máximo lo que resta del mandato de Joe Biden. Y otras muchas marcas parecen estar haciendo lo propio porque los servicios de las empresas de logística se han disparado hasta el infinito y más allá en los últimos días.

Las política arancelaria de Donald Trump tiene en ascuas a las empresas afincadas en Estados Unidos

Muchas empresas radicadas en Estados Unidos temen, por otra parte, que los nuevos aranceles terminen trocándose a la postre en un aumento de los precios de sus productos. «Si tenemos que pagar aranceles, tendremos que trasvasar necesariamente esos costes extra al consumidor», declara sin ambages Philip Daniele, responsable del fabricante de repuestos para el automóvil AutoZone.

Trump ha amenazado con aumentar entre un 10% y un 20% los aranceles emanados de las importaciones de productos procedentes del extranjero y en un 60% las importaciones de China. Ello significará que un altavoz con tecnología «bluetooth» fabricado en el gigante asiático, que anteriormente tenía un precio de 100 dólares, pase a costar de repente 160 dólares. Y aunque el futuro presidente de Estados Unidos dice lo contrario, lo cierto es que no son los proveedores extranjeros quienes deberán sufragar los aranceles al alza, sino las empresas domésticas que importan sus productos de otros países.

Para hacer frente a los aranceles al alza en productos fabricados en el extranjero, las empresas estadounidenses podrán decantarse por una de estas cuatro opciones:

  • Tratar de convencer a los proveedores extranjeros de bajar sus precios, algo que estará en realidad solo al alcance de las empresas grandes con un volumen elevado de productos de importación.
  • Mitigar los costes al alza implementando recortes en sus propias operaciones y reduciendo su margen de beneficios, si bien esta opción será probablemente mal vista por los accionistas.
  • Traspasar los costes extra al consumidor, que se perfila como la opción más popular entre las compañías afectadas por la subida de los aranceles.
  • Trasladar la producción a aquellos países donde no haya aranceles o estos sean mínimos.

Como Steve Madden, algunas compañías están apostando la reubicación de su producción en otros países. Y otras se están planteando llevar de nuevo su producción a Estados Unidos, si bien esta opción, por los altos costes que lleva aparejados, es en realidad la que menos adeptos tiene en estos momentos en el ecosistema empresarial allende los mares.

El año pasado el fabricante de herramientas Stanley Black & Decker bajó, por ejemplo, la persiana de una factoría en Texas que había abierto apenas tres años y medio antes. El cacareado «made in USA» tuvo al parecer un efecto completamente adverso en la compañía, que probablemente no volverá a elegir Estados Unidos como sede de sus fábricas.

¿Pagará el pato el consumidor por la política arancelaria de Donald Trump?

Durante el primer mandato de Donald Trump se vieron afectados por los aranceles los módulos de energía solar y lavadores y también el acero y el aluminio procedentes de Europa, entre otros productos. Por aquel entonces, y de acuerdo con los datos del National Bureau of Economic Research (NBER), las empresas traspasaron el 100% de los costes extra a los consumidores. Según los cálculos de la organización independiente Tax Foundation, los aranceles cuestan actualmente a cada hogar estadounidense una media de 200 dólares al año. Al fin y al cabo, buena parte de esos aranceles se han mantenido durante el Gobierno de Joe Biden (y se han llegado incluso a expandir en algunos casos).

Con Trump de nuevo en la Casa Blanca, la inflación emanada del aumento de los aranceles pegará aún más el estirón. Esos aranceles se aplicarán previsiblemente también al iPhone, pese a la excepción que Tim Cook logró para este producto en 2019.

La National Retail Federation (NFR) estima que los ciudadanos estadounidenses deberán pagar hasta 78.000 millones de dólares adicionales al año en ropa, juguetes, muebles, electrodomésticos, calzado y productos turísticos. Otros estudios calculan que los aranceles se traducirán en un aumento anual de varios miles de dólares en el volumen de gasto por cada unidad familiar.

Algunas empresas estadounidenses se aferran aún a la esperanza de que la amenaza de Trump de subir los aranceles no se convierta en realidad. Sin embargo, no parece que el futuro presidente de Estados Unidos vaya a cambiar de opinión, máxime cuando ya ha anunciado el regreso de Robert Lighthizer, defensor a ultranza de los aranceles, como representante comercial de Estados Unidos.



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